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El Alquimista, de Paulo Coelho


Fue por el 2010 cuando leí El Alquimista de Paulo Coelho. Nunca había oído hablar de él y quizá por eso me gustó tanto, y es que si ahora preguntas a alguien sobre El Alquimista ocurre como con algunos grupos de música o algunos directores de cine, que o bien se ama incondicionalmente, o bien se aborrece con todo tipo de calificativos. Capaz de enamorar o de aburrir, El Alquimista lleva descubriéndose por distintas generaciones desde 1988, año de su primera publicación. Relacionado siempre con lectores jóvenes, las diferentes ediciones del libro de Coelho han buscado también un punto de vista didáctico, de enseñanza de los símbolos que El Alquimista guarda entre sus páginas. La edición que yo manejo, publicada por Planeta (Booket) en el 2009, incluye dos anexos didácticos realizados por Seve Calleja e Irene de Puig que son magníficos para entender la verdadera dimensión de un relato no muy extenso (entre 172 y 192 páginas, en función de la edición) pero que está cargado de mensajes, frases, señales... símbolos que son parte de lo que Coelho llama "Lenguaje Universal".

Dispuesto a ofrecer una reseña jugosa para los lectores de El Buscalibros, decidí aderezar mi reciente relectura de El Alquimista con una obra que ha sido frecuentemente relacionada con ella, se trata de Juan Salvador Gaviota, obra de Richard Bach, y que realmente tiene puntos equidistantes. Por eso me he propuesto hablaros no solo de El Alquimista, sino también de enlazarlo con otra obra también importante dentro de las lecturas relacionadas con la espiritualidad y la autoayuda.

El Alquimista nos cuenta la aventura de Santiago, un joven pastor de los campos andaluces que sueña en varias ocasiones con lo mismo: debe viajar a las Pirámides de Egipto y descubrir un tesoro que allí se esconde. Coelho utiliza la aventura de Santiago en pos de su tesoro como símbolo del camino que todos debemos recorrer para hacer realidad nuestros sueños, o dicho al modo de El Alquimista: vivir su "Leyenda Personal". El propio autor ya nos avisa en el prefacio de la obra, El Alquimista es un libro simbólico que se va descubriendo a medida que se van entendiendo las historias, los aprendizajes que hay detrás de cada frase.

Santiago decide vivir su propia "Leyenda Personal", no como otros que se acomodaron, que buscaron excusas a sus propios sueños, y por eso él debe buscar las "señales" que le guíen en el camino. No será fácil ni rápido, pero "la Mano" que escribió los designios del Mundo, irá tejiendo una fina trama de hilo que guiará a los decididos en su viaje. Por el camino, Santiago aprenderá el "Lenguaje Universal" de las personas y las cosas que fueron creadas y que hablaban un mismo lenguaje que fue olvidado. Recibirá la ayuda de personajes que le guiarán o le animarán a seguir para conseguir su sueño. El Rey de Salem, el Mercader de Cristales, el Inglés, el Camellero, el Alquimista, Fátima... alfileres clavados en la pared sobre la que el hilo del sueño de Santiago se irá cruzando y ayudaran a mantenerlo tenso.

Su viaje por el desierto en busca de Egipto le traerá también el conocimiento de los secretos de la Alquimia: la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. Estos secretos acompañan a Santiago pero no se convierten en el objetivo de su búsqueda. Coelho quiere hacernos entender que viviendo nuestra propia "Leyenda Personal" estaremos cerca de descubrir los secretos de la Alquimia, que no hace falta el estudio de pesados volúmenes sobre Alquimia, llenos de una escritura enrevesada y difícil de entender. Lo primero sería entender el mundo en el que vives, comprender el lenguaje de las cosas y no obviar las señales que nos llevan a seguir lo que está escrito. Maktub.

Desde el inicio, la historia está salpicada de cuentos, historietas a modo de moralejas que dejan al espectador pequeñas enseñanzas o lecciones. Cuentos como los Narciso, las Oréades y el lago, o el cuento del monje que ofrece al Niño Jesús sus juegos malabares, o la historia que hay detrás de la frase bíblica "No soy digno de que entres en mi casa, una palabra tuya bastará para sanarme". Unos relatos muy entretenidos que han servido a muchos lectores de El Alquimista para decorar sus muros de Facebook o lanzar tuits al Mundo como escribiendo grandes verdades.

Frases y más frases que hacen pensar, reflexionar sobre la condición humana, el Destino, el Amor... y un sin fin de temas que siempre atraen al lector. Lo cierto es que es gratificante leer El Alquimista, pues durante su lectura te paras a pensar en la vida, en lo que has vivido y en lo que te queda por vivir. Piensas en tus propios límites, o en las metas que te quedan por conseguir. Es cierto lo de la "autoayuda", pero no al modo facilón con recetas para la felicidad, sino a través de la reflexión interna, de la espiritualidad. Por eso que durante la lectura se encontrarán numerosas referencias a Dios, Alá, "La Gran Obra" (la Biblia) y todos los símbolos de las grandes religiones monoteístas.

Invadido por esa sensación de bienestar decidí alargarla y leer Juan Salvador Gaviota, escrito por Richard Bach en 1970, es una de las referencias que los propios editores añadieron en la contraportada de El Alquimista, junto a la de El Principito, como libros a los que frecuentemente se ha relacionado la obra de Coelho.


Juan Salvador Gaviota es una gaviota que ha decidido no hacer lo que todas las gaviotas hacen: arremolinarse cerca de las cubiertas de los barcos en busca de comida; hacer picados vertiginosos sobre el agua del océano para conseguir una buena presa; y obedecer las órdenes de la Bandada.

Juan quiere volar por el gusto de volar, hacer volteretas, picados a gran velocidad, posiciones aerodinámicas... por el gusto de hacerlas, le da igual si caza más o menos, si come una vez o dos al día. Su objetivo es volar más y mejor, alcanzar un nivel de perfección que nadie que él conoce posee.

No tiene límites, y aún cuando duda sobre su condición de gaviota y es expulsado de la Bandada el sigue en su empeño. La expulsión de la Bandada es traumática hasta que entiende su nueva condición de libertad, y las enormes posibilidades que ahora se le abren.

Juan es como cualquier otro de nosotros. Vivimos encorsetados en una sociedad que tiene normas no escritas acerca de cómo debemos ser. Clichés y estereotipos que nos atrapan y nos impiden ser como realmente somos: seres únicos y originales.

Os animo a que abordéis El Alquimista o Juan Salvador Gaviota si no lo habéis hecho ya. Los paralelismos son evidentes: los dos te animan a vivir tu vida de forma intensa, sin despreciar tus sueños o aspiraciones, por viejas o disparatadas que sean. Si ya leísteis alguno de ellos o ambos, siempre es de agradecer una relectura tan gratificante. Espero que os guste la recomendación, igual que espero que lo hayan hecho las otras 23 recomendaciones que os he hecho durante este año y medio pasado. 

Publicado por Carlos Masó   

El barrio de la playa, de Begoña García Carteron


El barrio de la playa llegó a mis manos cortesía de Sandra Bruna-Agencia Literaria, como agradecimiento al darme de alta en su servicio de newsletter. Desde aquí quiero devolver ese agradecimiento en forma de reseña.

Begoña García Carteron es la autora de esta novela histórica sobre el origen del barrio barcelonés de la Barceloneta. Es su primera novela, aunque como licenciada en Historia del Arte, periodista y coordinadora editorial, ya ha publicado más libros, artículos, estudios... centrados en Barcelona, su ciudad y por la que siente un apego especial. En la actualidad firma una columna semanal en la revista TimeOut Barcelona.

Esa dedicación a la cultura de su ciudad la ha llevado a escribir sobre el origen del barrio marinero de la Barceloneta desde un punto de vista humano, cercano a las gentes que a mediados del siglo XVIII poblaban el barrio del Arenal, sobre el que se construyó la actual Barceloneta. Un relato de microhistoria que conecta muy bien con las tendencias historiográficas que siempre han caracterizado a las universidades catalanas, más apegadas a las corrientes de pensamiento francesas.

Carteron nos dibuja una Barcelona que intenta desperezarse tras las consecuencias de la Guerra de Sucesión (1700-1714) que fueron significativamente malas para todo el antiguo Reino de Aragón y en concreto para Barcelona, opositora al poder unificador y centralista que encarnaba Felipe de Anjou, futuro Felipe V, primer rey Borbón de España. Esas consecuencias se materializaban de forma física en la construcción de la Ciudadela, una fortaleza militar desde donde controlar cualquier levantamiento contra el poder establecido y reprimir a todos aquellos opositores contra la monarquía borbónica. Está claro que el trasfondo histórico de esta novela es la muestra de que este conflicto bélico, olvidado para la mayoría de los españoles, está muy vivo y presente entre los catalanes, solo hay que darse una vuelta por la Catedral del Mar en Barcelona y ver cómo en su lado sur se encuentra un monumento a los caídos en esa guerra, con una llama siempre encendida. También me hubiera gustado hacer una semblanza de lo que fue aquel enfrentamiento bélico, de sus dimensiones internacional y peninsular, de sus consecuencias que todavía hoy se notan... pero no es el lugar adecuado.

Sabina, Ginebra, Elvira, Joan, Guillermina y Micaela son los partes en las que se divide el libro y a la vez los personajes que protagonizan cada una de esas partes. Aunque la historia tiene siempre el mismo trasfondo, la autora prefiere poner el foco en diferentes personajes para desentrañar la maraña de una historia que afecta a todos los personajes antes mencionados en mayor o menor medida.

Sabina, la de más de edad de todos los protagonistas, lucha por salir adelante en un barrio de pescadores plagado de barracas junto al mar, el Arenal. Lo hace junto a su familia, junto a lo que queda de ella, pues el mar se llevó a gran parte de ella, como a casi todos en ese barrio. En su lucha, consigue un trabajo de limpiadora en la Ciudadela, no solo para ella sino para otras más, entre ellas su hija y su nieta. Este hecho, el de encontrar trabajo en la Ciudadela, será el desencadenante de toda la trama del libro, pues allí, en un ambiente marcial, marcado por el horario de los militares, en un estricto control de los altos cargos, los personajes sufren una serie de experiencias que marcarán su devenir en la historia, pero más especialmente Micaela, objeto de una agresión sexual.

Ginebra, adelantada a su tiempo, obligada a casarse con un hombre, huyó de la tutela de su padre, un médico holandés, para refugiarse en el barrio del Arenal, en una barraca donde atendía como partera y médica sin titulación gracias a la benevolencia precisamente del hombre al que rechazó como marido. Ese rechazo no es por otro motivo que su orientación sexual. Ser lesbiana en aquel momento no debía ser fácil, por eso que su arrojo ante lo desconocido al huir de la tutela de su padre, la hace uno de los personajes más peculiares en esta trama.

Elvira, una joven doncella, que sirve para la dama Agustina, vive el amor con un militar que conoció cuando trabajó en la Ciudadela. Además le toca ser confidente de Ginebra en sus escarceos amorosos. Elvira aporta a la novela un toque de frescura porque nos habla del ambiente en la ciudad, fuera del barrio, en un trabajo que le vale para desarrollarse como persona, para hacerse autónoma y descubrir sus cualidades. También es el gancho para empezar a vislumbrar las obras del nuevo barrio de la Barceloneta, que se construyó derribando los barracones del antiguo Arenal. A través de ella vemos las inquietudes de los pobladores del barrio ante el nuevo futuro, pero también la alegría, la fiesta de la inauguración de las primeras fases del nuevo barrio.

Joan, un oscuro personaje que aparece en la trama para despertar viejos fantasmas de lo ocurrido en la Ciudadela. Más allá de eso, Joan es la pieza que nos muestra la otra cara de un barrio de pescadores. La cara del contrabando, de los lupanares, de las casas de comidas donde también se trapichea y se cierran negocios turbios.

Guillermina, madre Micaela e hija de Sabina, trabaja en las cocinas del palacio del Marqués de la Mina, alto mando de la Ciudadela. De Guillermina y Micaela tenemos noticia a lo largo de toda la novela, pues no dejan de ser la espoleta de la trama de El barrio de la playa.

La historia de la creación del barrio marinero de Barcelona a través de las mujeres y hombres que fueron sus primeros moradores deja el regusto de los libros bien escritos, de las historias bien contadas, en las que cada personaje, cada pedazo de la historia es creíble. Vidas que se encuentran en el camino, vidas que se unen para dar sentido a la ciudad. Vidas que son la Historia de los barrios, que explican las razones de su existencia. Barrios con Historia, con olores y sabores peculiares, suyos nada más.

Si es cierto lo que dice la solapa del libro y Begoña García Carteron tiene otra novela en el fondo del cajón, desde aquí la animo a que la publiqué y nos cuente a todos más historias de su querida Barcelona.

Publicado por Carlos Masó   

Manet. El primero de los modernos, de Gilles Néret


"Buscad la luz intensa y la sombra profunda, el resto vendrá de forma natural, suele ser una nimiedad."

-Edouard Manet

Con este lema en la solapa de la portada comienza la biografía de Manet escrita por Gilles Néret para la editorial Taschen en el año 2006. Esta edición se mantiene invariable en el catálogo de la editorial desde esa fecha, por lo que no es difícil adquirirla.

El francés Néret es historiador del Arte dedicado en cuerpo y alma a los autores del Impresionismo, lo que le ha llevado a colaborar con la misma editorial en más proyectos biográficos de otros grandes de la modernidad impresionista (Monet o Renoir). Por tanto estamos ante un proyecto serio basado en el estudio de las obras del autor junto con las notas biográficas necesarias en un proyecto de estas características.

La obra aparece dividida en 5 capítulos que repasan la vida de E. Manet a través de su obra, y un anexo biográfico, cronológico y pormenorizado del pintor parisino. Creo que la edición es un acierto desde el principio, porque el formato es reducido (algo más grande que un A5) y cómodo para llevar en la bolsa o en la mano, hasta el final, porque la calidad del papel y de impresión del catálogo de obras que contiene hace de este libro casi un fetiche. Estos detalles son agradables en comparación con otras obras de Taschen que parecen ideadas para morir en un atril sin ser abierto nunca, o apilados en la estantería como elemento decorativo por su excesivo volumen y peso.

...

Imagino que G. Néret quiso ir más allá de una simple sucesión cronológica de la vida de Manet para ofrecer a los lectores un relato uniformado, con sentido, a través de sus obras, una simbiosis de cómo la vida del artista crece igual que su pintura. Que la evolución vital va unida a la artística y es imposible desunirlas. Y a mi juicio ha acertado de pleno. Por eso la galería de imágenes anterior es tan necesaria en una reseña de estas características: no puedo entender hablar de un autor sin ver sus obras.

Un lobo en la majada española es el título del primer capítulo. Premonitorio a todas luces de lo que fue el primer periodo de Manet, muy influenciado por Velázquez y el barroco español que le llevó a ejecutar obras de toreros, majas y majos, gitanas y folclóricas con sin par maestría. Una corriente hispanista que le unía a sus primeros años de aprendizaje academicista del que pronto se separó para volar libre hacia la modernidad.

Música en las Tullerías (1862) se adelanta a obras de Renoir con una pincelada suelta, de momento ligera, sin mucha pasta, en el que el color delimita el espacio, sin líneas negras, a base de lametones, manchas de color que se mezclan en nuestra retina. Esto es la modernidad y esto es lo que hizo que Manet fuera rechazado por la Academia, donde siempre quiso estar. Y se empeñó en ello pero sin ceder un ápice a su personalidad.

Néret nos va descubriendo cómo el pintor siguió un camino marcado por la negación y la crítica ácida de los especialistas del arte de la época, que buscaban obras más ligadas al barroco y rococó. Escándalo y triunfo de la modernidad es el capítulo en el que Néret nos habla de los años más duros para el artísta. De cómo esa "mala prensa" de Manet solo creció tras la aparición de Olympia (1863), una obra moderna, atrevida e irreverente. La representación de su amante (y prostituta) V. Meurent, como una señora, asistida por su criada, suponía una autentica provocación. Lo mismo que introducir un desnudo (también de Meurent, entonces su musa) en el Almuerzo Campestre, otra de sus grandes obras, iconos de la Historia del Arte.

Aquel atrevimiento, aquella forma de entender la pintura, nos cuenta Néret, le llevó a un ostracismo en el que se mantenía a duras penas, gracias a los escasos apoyos que de entre los intelectuales parisinos tuvo. Entre ellos Baudelaire o Émile Zola, que redactó, éste último, un alegato a favor de Manet y su Olympia y en respuesta a ello Manet lo retrató incluyendo elementos que eran la unión entre ambos artistas.

Estaba claro que no pasaba desapercibido para nadie, que Olympia, Almuerzo Campestre y El Pífano estaban dejando una huella en la sociedad parisina y en la intelectualidad francesa difícil de obviar. Él siempre quiso ser reconocido por la Academia, exponer en el "Salón" de los grandes del momento, pero siempre tuvo que conformarse con exponer en el "Salón de los excluidos". No se entendían cuadros tan modernos como Carreras en Longchamp porque no se miraban con los ojos adecuados. Esa pintura frenética, de trazos cortos y apenas prefigurados embelesó a otros, a los que se fijaban en las nuevas técnicas fotográficas, a los que buscaban las mezclas de "blanco sobre blanco", esos que pintaban "a plein air" y que empezaron a calificarlos despectivamente como "impresionistas", pero que son padres del arte moderno.

Padrino de "la banda de Monet" es el relato según de Néret de cómo Manet se convirtió en la inspiración de los impresionistas a su pesar, para después acogerse a la tendencia, aprender de ella y superarla al final de su vida. Manet cambió de musa, B. Morisot le ofreció al pintor la posibilidad de captar un rostro enigmático, que nunca pintó sonriendo, siempre pensativa, con esos ojos  tan grandes y expresivos que nos muestra en El Balcón. Morisot fue para él como Meurent lo fue en su anterior época. La expresividad casi hierática de Morisot la acercó al concepto de "mujer fatal" en El reposo, algo que nunca disgustó a la modelo y nueva amante de Manet. La crítica seguía ahí, mordaz e incisiva, peligrando la cotización y venta de cuadros del artista, aunque le concedió un respiro con La buena caña en el que veían a Vermeer y Frans Hals y le permitió tener incluso una mención honorífica en el Salón de 1873.

Y después de ese respiro, Manet continuó recto por la senda que él mismo había marcado. Las golondrinas, una escena de su propia familia en el campo retoma el pulso de su propia pintura, de su sello personal. Una "marca" que empezó a mezclarse con los impresionistas, "sus hijos". Como declaración de guerra al Salón, plasmó en Argenteuil todos los conceptos básicos del Impresionismo, aunque los más reacios a la modernidad sólo vieron una gran mancha azul, sin ver la luminosidad de la pintura al aire libre. El agua había entrado en la paleta de Manet de lleno, por eso El Gran Canal de Venecia cobra más sentido como pintura naturalista donde los reflejos dorados de los palos de amarre de las góndolas resaltan incluso más que la cúpula de Santa María de la Salute al fondo.

Más grande de lo que pensábamos es cómo define G. Néret a los últimos años de Manet. Méry Laurent, personificación de las tertulias y cafés de escritores, artistas, músicos... de París, es ahora la musa de Manet. La ciruela o Mujer en la bañera son obras de corte naturalista, de lo cotidiano, en el que se aprecian todo el bagaje del pintor. En esta última etapa de su vida, cuando ya es casi una eminencia, respetado por todos, incluso sus más críticos, Manet tiene tiempo de deslumbrarnos con Un bar del Folies-Bergère. Un espectáculo de luces y sombras en el que nada es lo que parece. Un reflejo de la sociedad que él había vivido y que sólo guardaba en su memoria postrado en Rueil (Casa en Rueil) esperando lentamente el ocaso de sus días.

Quizá me he excedido con tanto texto. Quizá se note que me gusta demasiado el Arte. Pero me ha salido hacer esta reseña como si de un ensayo se tratara, aunque no he perdido la perspectiva de que estoy hablando de la obra de Néret. Pero Manet es intemporal y se merece hablar de él así y más.

El motivo que me llevó a leer sobre él fue tan banal como lo es preparar un examen para los estudiantes que me aguantan en periodo escolar. Pero que valió como premonición porque Almuerzo Campestre figuraba en una de las opciones de sus exámenes de Selectividad. Casualidades de la vida...

Disfrutad del Arte cuando tengáis ocasión.

Publicado por Carlos Masó   

El nicho de la vergüenza, de Ismaíl Kadaré


Ismaíl Kadaré conoce de primera mano la dictadura y la opresión de un gobierno. Por eso, aunque ama profundamente su Albania natal, se vio obligado a exiliarse a Francia cuando el régimen comunista que imperó en Albania tras la Segunda Guerra Mundial ofrecía pocas libertades para su escritura. Entendió que las dictaduras y la literatura no congeniaban bien.

Desde luego que a través de su literatura, Kadaré nos ofrece una visión del Mundo que anhela la libertad, que en aquellas zonas dónde no la hay, impera un aire ceniciento, carente de ilusión, gris hasta la profundidad. El nicho de la vergüenza es el ejemplo de cómo el Estado autoritario, encarnado en el Imperio Otomano, es capaz de alterar las tradiciones, la lengua, la Historia... la vida normal de un pueblo, para sustituir la cultura nativa de ese territorio por la "oficial" del Estado.

Albania, situada en el extremo oeste de los Balcanes, justo al norte de Grecia, ha tenido una Historia marcada por las guerras y la sumisión a diferentes imperios. Sin duda el imperio que más trató de desmontar el edificio de la nación albanesa fue el de los turcos otomanos. El nicho de la vergüenza relata de la forma más cruda y real posible uno de los instrumentos más feroces utilizados por el Imperio Otomano para desnacionalizar un territorio: el Cra-Cra. Un método exhaustivo, profesionalizado e integrado en la estructura del Estado que pretende la total eliminación de cualquier característica exclusiva de un territorio que no fueran las puramente musulmanas. 

Esa política del Cra-Cra era la imperante en aquellos territorios especialmente levantiscos, caso de Albania. Desde el siglo XIV (la novela se sitúa cronológicamente en la primera mitad del siglo XIX) cuando Skanderberg había protagonizado la más larga y conflictiva rebelión contra el Imperio, Albania era considerada una región problemática desde Estambul (capital del Imperio Otomano, antigua Constantinopla y Bizancio). Por eso era seguida con especial interés en la capital la revuelta que el bajá Ali de Tepelena, enviado por el Imperio para gobernar aquella región, estaba protagonizando durante el periodo que abarca la novela. Una revuelta egoísta en la que Alí solo pretendía demostrar su superioridad frente a Estambul, pero que apenas contó con el apoyo de la población albanesa, cansada de Cra-Cra y de años de continuas guerras.

En Estambul no solo las altas jerarquía del Estado estaban pendientes de lo que ocurriera en la lejana Shqipëria (en albanés), sino que la gran masa de población de la capital vivía pendiente del nicho de la vergüenza: un receptáculo público, situado en la plaza de la Media Luna rodeada de otros monumentos, cercana a otros edificios estatales importantes. La plaza del nicho de la vergüenza era un lugar de tránsito para turistas y lugareños, un trasiego de gente constante que Abdulla, guardián del nicho, nos cuenta en primera persona como un espectador más de aquella vorágine de gente engullida por la plaza, atraída por el magnetismo de ver en aquel nicho la cabeza del próximo que había osado contravenir las órdenes de la Sublime Puerta (la más alta jerarquía del estado: el sultán-emperador).

A través de "firmanes", el sultán-emperador sancionaba a aquellos altos representantes del Estado que incumplían su misión, o que defraudaban al Estado... o simplemente caían en desgracia. Aquí entra en escena el mensajero imperial encarnado por Tunxh Hata. Kadaré lo describe de forma siniestra, vestido de negro  y con la barba teñida de alheña. Un autómata, la más pura encarnación del funcionario imperial que cumple con su cometido de forma expeditiva: cortar la cabeza de aquél que había recibido el "último firmán", y trasladarla en óptimas condiciones a la capital para ser expuesto en el nicho de la vergüenza.

A mi entender, Tunxh Hata es el personaje más aterrador de la novela. No solo por la imagen que construyes de la descripción del autor, sino también por el perfil psicológico que se ofrece. Un perfil marcado por la obsesión de cumplir su cometido que le lleva a entrar en estados de trance casi sexual. Unas crisis de desdoble de personalidad que sufre en la carroza que lo traslada junto con la cabeza.

La cuestión del lenguaje es algo que preocupa sobre manera a Kadaré. Como resultado del Cra-Cra, los pueblos desnacionalizados han perdido todo vestigio de su antigua cultura pero también de su lengua. En El nicho de la vergüenza encontramos el testimonio de como un grupo de funcionarios del Estado se encargaba de la tarea de suprimir una a una todas las palabras que contenían el idioma del pueblo sometido. Una a una hasta reducir su lenguaje a un mero vestigio que con el tiempo se olvidará. El autor deja claro que esa perdida es insustituible. Perder el lenguaje para una nación es perder toda su cultura, historia, sabiduría... todo. En su lugar, un idioma standard reducido a unas pocas palabras sustituirá poco a poco el lenguaje y culminará de esa forma una extraordinaria tarea de borrado, de reseteo de naciones enteras.

Por la Historia sabemos que tras las Guerras de los Balcanes (entre 1912-1913) Albania se convirtió en una nación independiente, pero la novela no atisba nada de eso. Kadaré no quiere hacer una historia de Albania, sino bucear en sus orígenes para entender mejor el presente que le tocó vivir. Quiere resaltar que el lenguaje es el más perfecto reflejo de la existencia de una nación, de su vida y evolución, de su luchas y amistades con naciones vecinas. 

El nicho de la vergüenza no es solo un lugar físico donde exponer las cabezas de aquellos que han sido condenados a la ignominia. Ese nicho se encuentra en todas y cada una de las acciones que coartan la libertad y abusan del autoritarismo. O así lo entiendo yo. 

Publicado por Carlos Masó   

Rebelión en la granja, de George Orwell


Detrás del nombre de George Orwell (pseudónimo utilizado por Eric Blair, el nombre verdadero de nuestro autor) aparece una figura imponente, lúcida, segura de sus ideales, capaz de transformarse en miliciano del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) durante la Guerra Civil española, o de cubrir la Segunda Guerra Mundial para la BBC como periodista de guerra. Todos los avatares de su vida contribuyeron a hacer de Orwell una persona comprometida con las ideas de libertad y tolerancia, por lo que nunca dudó en luchar contra cualquier forma que las cohibiera. 

Rebelión en la Granja no es sino una muestra más de su lucha contra la intolerancia. Todo su ideal queda expuesto en el prefacio que el propio Orwell añadió al libro tras su primera y costosa publicación del libro. En él habla de la sociedad británica en la época de entreguerras (aunque lo ideó hacia 1937, no lo escribió hasta 1943) y como existía una tendencia de autocensura hacia todo aquello que criticase el régimen soviético de la URSS y en concreto a Stalin. 

De filiación socialista, pero en la vertiente troskista, crítica con el régimen comunista de Stalin, George Orwell hace una crítica despiadada y mordaz del régimen stalinista a través de un fábula que está al alcance de todos los lectores, incluso de los más infantiles. Rebelión en la Granja puede verse como un cuento para niños en el que es fácil de reconocer a los buenos, a los malos y los malos malísimos. Esa cercanía es la que hizo que el libro, si bien tuvo una acogida discreta en sus primeras publicaciones, se convirtiera de la noche a la mañana en un libro de cabecera para todos aquellos que luchaban contra el autoritarismo.

Granja Solariega es una modesta granja de Willingdon, en el condado de Sussex, Inglaterra. El señor Jones, propietario de la granja, está cansado de dirigir su explotación animal y todo lo hace entre trago y trago de whisky. La desgana y la abulia hacen que los animales de la granja añoren una vida mejor, de más cuidados y menos trabajo. Esas aspiraciones se ven promovidas por el Viejo Comandante, un cerdo a punto de morir, que antes de hacerlo reúne a todas los animales de la granja para hacerles partícipes de sus pensamientos. Las ideas del cerdo Viejo Comandante radican en la aspiración de una vida mejor para todos los animales, no solo de Granja Solariega, sino de toda Inglaterra. Por eso les hace partícipes de una vieja canción que unía a todos los animales de Inglaterra: "Bestias de Inglaterra". Un himno para la rebelión.

Una rebelión que empieza al poco de su muerte, encabezada por dos cerdos herederos del pensamiento del Viejo Comandante, Napoleón y Bola de Nieve. Dos personajes antagónicos que pugna por liderar la rebelión. Si Napoleón es un animal pragmático, de pocas palabras, Bola de Nieve es vivaracho y con facilidad para convencer mediante la palabra. Chillón, otro cerdo de mejillas sonrosadas, era capaz de convertir lo blanco en negro. Un conversador audaz, capaz de trocar el pensamiento de cualquier incauto. Con tan buenos líderes, se puede pensar, lo raro es que fracasase una rebelión, y en efecto no fracasó, sino que fue un verdadero éxito.

Así que, desterrado el señor Jones, que lloraba por las otras granjas maquinando emboscadas y tretas para recuperar el control de la granja, los cerdos liderarán la nueva granja, Granja Animal. Quizá fue ese el aspecto más controvertido de la novela. Orwell quiso que el liderazgo recayera en los cerdos, utilizando la metáfora para asimilar a los grandes líderes de la revolución rusa con cerdos. Pero no unos cerdos cualquiera, unos cerdos que hasta aprender a leer, que manejan al resto de animales de manera marcial, guiados por unos mandamientos (Los Siete Mandamientos) que regirán la vida en la granja. La percepción del resto de animales dista de la del lector, que entiende desde el principio a dónde quiere llegar Orwell con su metáfora. El resto de los animales entiende que las cosas funcionan mejor sólo porque ahora son los animales los que controlan la granja. Algunos, como Boxeador, un caballo voluntarioso y trabajador, abandonan cualquier intento de comprender la realidad y sigue a sus líderes en todo lo que ellos digan.

La construcción de un molino de viento con la vana esperanza de producir energía eléctrica y ser una granja autosuficiente, desencadena un conflicto entre Napoleón y Bola de Nieve. El resultado de la disputa trae un nuevo amanecer para Granja Animal. Una nueva etapa en la que los "tentáculos" del poder se extienden a todas partes, controlando cada palmo de la vida de Granja Animal. El poder se hace cada vez más distante del resto de animales. Chillón actúa como medio de comunicación, vocero del poder que no duda en alterar Los Siete Mandamientos al gusto del momento. El hambre, la carestía y el trabajo extremo hacen mella entre la población de Granja Animal.

Un final clarificador y asombroso es el broche perfecto para un alegato contra el autoritarismo que refleja a la perfección la maquinaria del poder soviético. Lo bueno de esta edición es que se acompaña de un epílogo escrito por Christopher Hitchens que te ayuda a ver la verdadera dimensión de esta obra. Es más, creo que la obra cobra más valor después de leída que durante el mismo proceso de lectura. El alcance posterior de Rebelión en la Granja la hace más grande aún. Y sin duda las hondas reflexiones a las que el lector llega una vez terminado el libro hacen comprender lo importante que es para el ser humano la libertad y la tolerancia, el respeto hacia todas las formas de vida.

Antes de Rebelión en la Granja había leído 1984, pero el libro que os recomiendo hoy lo descubrí en mi trabajo, pues era lectura recomendada u obligatoria para los alumnos de 1º de bachillerato de algunos centros en los que trabajé. Y es perfectamente comprensible por qué. Así que os animo a leerla, no os va dejar buen sabor de boca, lo sé, pero la condición humana a veces solo se puede entender comparándola con la de las bestias.

"Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros."

Publicado por Carlos Masó   

A cada cual lo suyo, de Leonardo Sciascia


- ¿Y de Sciascia? ¿Has leído algo? - preguntó Pilar -. Seguro que te va gustar, tienes que leerlo y comentarlo en el blog ese "tuyo"

- No. No he leído nada de "Eschacha"? - no tenía ni idea de quién era ese autor, pero ya me picaba la curiosidad por saberlo - Y el blog no es solo...

- Ya, ya. Si, El Buscalibros.. ¿No? - interrumpió Pilar

- Exactamente -. Respondí plácido, como después de haber oído un cumplido. - Pues hecho, me lo leo y lo comento en el blog, y te lo dedico si es necesario-.

A los pocos días, Pilar cumplió su parte del trato y me prestó A cada cual lo suyo, una de las obras más señaladas de Leonardo Sciascia. El ejemplar que ella me prestó es de estos que se nota que han trotado por el Mundo, con alguna mancha de café en la cubierta, anotaciones entre capítulo y capítulo, algún pico doblado... heridas de guerra, de las que hacen sentir que los libros están vivos. La foto que aparece a continuación es de la cubierta del libro que yo he leído, editado por Alianza en 1992. Aunque en la actualidad, ya no es editado por Alianza, sino que ahora es Tusquets la que posee los derechos de edición de la obra de Sciascia. Así que, puedo decir que la edición de mi buena compañera es "histórica".

                           

L. Sciascia (1921-1989), de origen siciliano, fue maestro y periodista además de escritor. Entendió la literatura como una forma de denunciar la corrupción política y la violencia mafiosa en el sur de Italia. Sus libros reflejan el comportamiento de la sociedad que le rodea ante el fenómeno de la mafia. Nos muestran una sociedad prudente, cautelosa ante lo que ve, respetuosa de las tradiciones. Una sociedad en la que cualquier pequeña variación, cualquier despiste en alguna de las actividades cotidianas puede ser motivo de complicaciones.

Un anónimo. Una carta con amenaza de muerte es el inicio de ésta pequeña novela. La enigmática sentencia de muerte contra el farmacéutico de una pequeña localidad siciliana no solo es cumplida de forma expeditiva, sino que salpica a otro ilustre personaje de la misma localidad, el doctor. La muerte de ambos se pierde en un páramo de habladurías y rumores entre los lugareños de forma que en pocos días la policía languidece en sus tareas de investigación.

Dichos rumores, que acusaban al farmacéutico de adúltero y ponían al doctor como víctima en un ajuste de cuentas, se perfilan como la tesis más probable para resolver el asesinato. A partir de ese momento, Sciascia traslada la tensión investigadora a un personaje a priori objetivo, que no persigue nada en concreto sino satisfacer ciertas curiosidades o, por qué no decirlo, matar el tiempo. El profesor Laurana, un docente maduro, soltero, de aficiones conocidas, amigo de los difuntos, descubre pequeños detalles sobre el asesinato que le llevan a entender el trágico suceso desde otro punto de vista.

No es posible pensar en Laurana como un trasunto de investigador privado, una especie de Hércules Poirot ni nada por el estilo. Más bien su antítesis. Laurana se va encontrando con pedacitos de una historia para él desconocida. El azar es el causante de que sea Laurana y no otro conozca de estos jirones. Su agudeza para descubrir la trama de este asunto, es el pegamento de una historia de amor prohibido y corrupción política.

Los elementos conducentes a la resolución de un crimen que se presenta con carácter de misterio y gratuidad son la confidencia digamos profesional, la delación anónima o la casualidad. Y un poco, solo un poco, la agudeza de los investigadores. La casualidad para el profesor Laurana, saltó en Palermo, en septiembre...

Sciascia utiliza al profesor Laurana para abrirnos los ojos y mostrarnos la realidad del problema. Por debajo de todo el relato siempre está presente un factor que pasa inadvertido para el lector poco minucioso. Una mano negra mueve a su antojo los hilos de un destino predeterminado. Se nota pero no se ve: la mafia. Laurana deja su objetividad para convertirse en una pieza más de la historia. Pasa de ser un observador inocente e inocuo, a ser un actor impaciente, presa de sus pasiones. Y eso tampoco pasa desapercibido para la mafia.

A cada cual lo suyo encierra en su propio título el mensaje que el autor quiere transmitir al lector. Nada es lo que parece ser en una sociedad minada por dentro. Nadie es cómo dice ser y guarda entre sus pensamientos las pasiones que alimenta cada día. Nadie pregunta, nadie sabe nada.

He de confesar que me ha sido difícil redactar esta reseña. Además de ser la primera obra que he leído de Sciascia, es difícil no poner sobre la mesa todos argumentos de la novela sin desvelar la intriga que la mantiene. Es un relato vibrante, genial, mordaz... brillante, en una palabra. Una novela negra sin pretensiones, directa, sin abusar de clichés ni estereotipos. La realidad siempre supera a la ficción debió pensar Sciascia cuando escribió A cada cual lo suyo.


Gracias a Pilar por descubrirme a L.S.

Publicado por Carlos Masó   

Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela


La recuerdo más de lo que debería. Más de lo que cualquier amigo te aconsejaría cuando te ayuda a cerrar una herida. Recuerdo aquella mañana más que otras muchas que han sido mejores en mi vida. Era a finales de septiembre. Una mañana "manchega", de cielo azul intenso y sol en lo alto. El coche aguardaba en la acera contraria a la puerta de mi casa. Cargado hasta arriba de bártulos y equipaje unidos por un halo de pena y nostalgia. En el umbral de la puerta los dos nos abrazábamos, llorosos, cerrando de un portazo todas nuestras ilusiones y abriendo la puerta de una nueva oportunidad. De una nueva vida que ninguno queríamos vivir. Con voz callada, como un susurro, oí decir "¿A dónde vamos?". En ese momento quise mostrar una leve sonrisa, que parecía más una mueca, al decir "Nos vamos a la Alcarria". 

Así empezó mi particular "viaje a la Alcarria" y es la razón de que meses más tarde, sentado en una cafetería hablando de libros con Imuka, mencionará lo especial que sería leer Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela. "A buen entendedor pocas palabras bastan" debió de pensar la buena de Imuka cuando buscó para mi el libro que hoy os vengo a recomendar.

La primera edición del libro es de 1948, aunque esa edición fue mejorada y corregida en varias ocasiones, la primera de ellas en 1952, ya con la editorial que hoy conserva sus derechos de impresión, Austral. La edición que hoy os comento es de 2012. Se trata de una edición especial, que no solo incluye la obra del premio Nobel, sino también una extensa introducción de José María Pozuelo Yvancos; y una completa guía de lectura de Mª Paz Díez-Taboada. Se nota que es una edición pensada para estudiantes de bachillerato o de la universidad, pero que ayuda al lector de cualquier edad a comprender mejor la dimensión de la obra.

Tampoco puedo obviar comentar, aunque sea ligeramente, la figura de Camilo José Cela. Influenciado por la Generación del 98, Cela alcanza protagonismo en la literatura durante la etapa de posguerra española tras la publicación de La familia de Pascual Duarte en 1942. Novelista, ensayista, poeta... el genial autor gallego alcanzó el reconocimiento mundial en 1989 cuando recibió el Premio Nobel de Literatura. No solo éste, sino también el Premio Príncipe de Asturias en 1987, y el Premio Cervantes en 1995, hacen de Cela uno de los autores más respetados y conocidos de las letras hispanas.

- Sí, la Alcarria. Debe ser un buen sitio para andar, un buen país. Luego, ya veremos; a lo mejor no salgo más; depende. 
El viajero enciende otro cigarrillo - a poco más se quema el dedo con el mixto -, se sirve otro whisky. 
- La Alcarria de Guadalajara. La de Cuenca, ya no; por Cuenca puede que ande el pinar; o la Mancha, ¡quién sabe!, con sus lentos caminos.

Existía una tradición viajera en la Generación del 98. Baroja, Azorín, Unamuno... iniciaron un género literario dedicado al viaje y la observación del paisaje. Pretendían hacer del paisaje un elemento más de la novela, un protagonista al que hacer caso y dedicarle el tiempo que fuera necesario. Cela se siente heredero de esa tradición y decide echarse al campo a andar. Y aunque él mismo relata como observa un mapa lleno de líneas y círculos que señalan rutas y pueblos, se presenta ante el viaje sin más propósito que el de andar y ver, a veces con un rumbo fijo, otras guiándose de su intuición.

Se presenta así mismo como "el viajero", siempre en tercera persona, con una caracterización cercana al vagabundo que va de sitio en sitio sin más pertenencias que su morral y su manta. Esa caracterización es buscada por Cela para ficcionar su propia persona y crear un personaje que le permita cierta libertad en la escritura, sin las ataduras que una autobiografía conlleva. De hecho que, el viaje en sí, Cela lo realizó entre el 6 y el 15 de junio de 1946, durante el que tomó las notas que serían la columna vertebral del relato que, ya en Madrid, construyó en los meses sucesivos hasta la fecha de su publicación.

Su periplo comienza en la estación de Atocha (Madrid) donde coge el tren a Guadalajara. Desde la capital alcarreña comienza su viaje a pie por el paisaje alto, raso y de poca hierba que caracteriza a la Alcarria. En sus primeras etapas, el viajero parece preocupado en buscar un sitio donde comer y descansar. Se dedica a la contemplación del paisaje, a su descripción y al conocimiento de las gentes que se va encontrando. Al principio del viaje se recrea en los campos que va observando y poco a poco va surgiendo en él las ganas de componer versos o coplillas que desde este momento acompañaran al lector hasta el final de la obra.

Un parador. 
Tres casas. 
Cuatro mulas. 
Cinco mozas. 
Seis hidalgos. 
Siete zagalas. 
El camino de Brihuega 
va a la derecha. 
Por el de Zaragoza 
bajan dos mozas.

El carácter observador del viajero se va tornando en un espíritu crítico. A lo largo del viaje se nota la transformación de un personaje al principio expectante, que busca de la compañía de gente humilde, vagabundos, chamarileros y otros que van apareciendo en el camino, para convertirse en una viajero escrutador que no duda en criticar lo que ve. También cambian sus compañías: deja atrás los personajes populares para relacionarse con viajantes, médicos y alcaldes de los pueblos que visita.

En Pastrana podría encontrarse quizá la clave de algo que sucede en España con más frecuencia de la necesaria. El pasado esplendor agobia y, para colmo, agosta las voluntades; y sin voluntad, a lo que se ve, y dedicándose a contemplar las pretéritas grandezas, mal se atiende al problema de todos los días.

Un camino jalonado de gentes y pueblos que visitar. El viajero se presenta ante el camino como uno más del paisaje. Al atravesar un pueblo trata de seguir integrado, que su presencia no chirríe entre los invisibles lazos que unen a los vecinos de un pueblo. Se queda con los nombres de unos y otros, sus apodos, de los que apunta todos ellos como una colección de nombres exóticos (Los de La Puerta / pantorrilludos / siete pares de medias / llevan algunos); se aprende sus coplillas y las integra en sus versos (Las Tetas de Viana / muchos las ven / y pocos las maman). Incluso intercede en alguna ocasión como mensajero entre vecinos de uno y otro pueblo. A veces se integra de más y siente una dulce sensación de bienestar que quiere cortar de una, no fuera a acostumbrarse a lo bueno quedando camino por recorrer.

Al viajero le invade un sopor peligroso. En la mecedora del médico de Budia se está demasiado bien. Hacia el mediodía sale de nuevo a la calle, con ánimo de echarse al camino en seguida.

Ese intento de cortar por lo sano con la sensación de bienestar que más de una vez le invade durante el viaje, concuerda con la tendencia que el propio Cela inauguró en La familia de Pascual Duarte: el "tremendismo". Es una tendencia o género que se manifestó en la novela española de la posguerra, producto de escritores que fueron testigos de la Guerra Civil. Se caracteriza por una crudeza en la narración y en la trama, aunque no se relaten hechos exclusivamente bélicos. El lenguaje es duro, las escenas brutales y grotescas, y los personajes viciosos, obsesivos y violentos.

Pasa por la plaza un mendigo adolescente, tonto, a quien falta un ojo. Camina rígido, hierático, con lentitud, y va rodeado por dos docenas de muchachos que lo miran en silencio. El tonto tiene una descalabradura, aún sangrante, en la cabeza, y un aire de profunda tristeza [...] Una mujer con un niño a cuestas se ha asomado a un portal. -¡Lástima no reventases, perro!

El camino se termina como empieza, tranquilo y disfrutando de cada momento. Saboreando una tierra que deja onda huella en el viajero. Igual que el viajero, el lector siente tranquilidad al leer su viaje. El lector de Viaje a la Alcarria sabe de antemano que el viaje se acaba, que da igual que avances las páginas para ver en donde termina o si tal o cual personaje sigue vivo, como a veces hacemos los lectores impacientes con las obras de acción. Aquí no hay la angustia de un final inesperado, sino un tranquilo deambular por la Alcarria observando como el viajero elige caminos y compañías con la única curiosidad de descubrir nuevas tierras.

¿Por qué no echar la vista atrás y recuperar "un clásico" de la literatura de viajes española? Eso mismo pensaba cuando pensé en leerlo. Aprendes tanto con un libro así, que es cuando realmente adviertes la grandeza de un autor. Cuando entiendes que en algo más de 200 páginas el escritor consigue mostrarte tanto de un lugar tan desconocido para muchos y cercano para tantos. Sólo espero que algún día os acordéis de esta recomendación y os acerquéis a la Alcarria, aunque sea a través de la literatura.

Con especial dedicación a Laura e Imuka de Sebastiane.

Publicado por Carlos Masó   

El francotirador paciente, de Arturo Pérez-Reverte


Hay algo en mí de atracción gravitatoria en torno a la literatura de Arturo Pérez-Reverte. Soy como los satélites que giran alrededor de los planetas: siempre vuelvo a sus libros. En ellos me siento como en casa: personajes, descripciones, ambientes... todo me es familiar.

Su última novela es El francotirador paciente editada por Alfaguara, un thriller ambientado en el mundo del grafiti a través del que el autor nos describe el periplo de Alejandra Varela (Lex) en la búsqueda de un famoso grafitero, Sniper (lease esnaiper), que vive en la oscuridad de la noche, agazapado en las esquinas y cubierto con la inconfundible capucha de felpa de los grafiteros. Todo responde a un encargo: M. Bosque, editor de Birnan Wood, quiere sacar a la luz todo el material que sea posible recopilar de Sniper, preparar una edición especial y organizar una retrospectiva sobre el artista en alguna de las grandes galerías de arte del Mundo. Y para ello necesita su aprobación en forma de rúbrica en un cheque con varios ceros al portador.

Ese encargo se vuelve en una caza debido a lo escurridizo de la presa. Sniper no se muestra accesible al modo de los artistas convencionales. Prefiere "la guerrilla urbana", el arte como ataque al sistema, como denuncia social. Por eso huye de los medios de comunicación y vive entre las sombras de la noche. A esto también ayuda que su cabeza sea buscada por más de uno. Entre ellos L. Biscarrues, un afamado coleccionista de arte propietario de un imperio textil que vio como su hijo falleció en una "intervención" propuesta por Sniper.

Esa es la forma de actuar de Sniper. Él propone un objetivo y los miles de seguidores que tiene en el Mundo se mueven para realizarlo, por peligroso que sea. Este es el punto más controvertido del guerrillero urbano. Lo es porque a través de su personaje, Pérez-Reverte expone una crítica dura al arte actual y al modo en que se valora al artista y su obra.

El arte actual es un fraude gigantesco [...]. Una desgracia. Objetos sin valor sobrevalorados por idiotas y por tenderos de élite que se llaman galeristas con sus cómplices a sueldo, que son los medio y los críticos influyentes que pueden encumbrar a cualquiera, o destruirlo.

Del otro lado está Lex, la cazadora, un personaje de los que les gusta a Pérez-Reverte. Una mujer independiente, hecha a sí misma, conocedora de su oficio, inteligente, sin más temores que los del día a día. Me ha recordado a muchos protagonistas de otras de sus novelas: hombres o mujeres que miran de frente a los problemas; que son sometidos a grandes dilemas humanos, con decisiones drásticas en las que la propia existencia siempre está presente. Lex organiza una captura no solo de un personaje físico, sino también en busca de su paz interior, de limpiar sus cuentas con el Destino.

Mientras pensaba en la propuesta que iba a cambiar el sentido de mi vida, pensé que la palabra azar es equívoca, o inexacta. El Destino es un cazador paciente. Ciertas casualidades están escritas de antemano, como francotiradores agazapados con un ojo en el visor y un dedo en el gatillo, esperando el momento idóneo...

Lex es el hilo conductor de una historia narrada en primera persona, otra de esas peculiaridades de Pérez-Reverte. Ella es la que mueve los engranajes de toda la maquinaria del libro, la luz que guía al espectador en su periplo por Madrid, Lisboa, Verona y Nápoles en busca de Sniper. Y en esa búsqueda, yo no he dejado de aprender cosas. Esa es otra de las cualidades de Pérez-Reverte: la documentación previa a la construcción de novela hace que sus novelas no tengan fisuras ni rendijas en las que ver un claroscuro.

Quizá me quedo con eso más que con cualquier otro matiz de la novela. He aprendido sobre un mundo que nunca me ha llamado la atención. Los grafitis, el arte urbano... o como más os guste denominarlo, aparecen reflejados en la novela en toda su extensión, con toda su terminología. Además, el libro menciona a personajes reales, como El Muelle, grafitero madrileño muy activo en los 80; o algunas intervenciones que en la novela son atribuidas a Sniper, pero que en realidad existieron, como atrancar los vagones de metro con la palanca de emergencia y poder así cubrirlos con grafitis de arriba a abajo.

Cuando terminé la novela busqué en Internet entrevistas a Pérez-Reverte hablando de su novela y me encontré con dos ( Telediario RTVE y Lecturalia) que me ayudaron a terminar de construir ésta reseña y entender un poco mejor todos los personajes. Os recomiendo que los veáis como introducción a la lectura de El francotirador paciente.

Espero que disfrutéis de la novela, tanto aquellos que somos adictos a Pérez-Reverte, como a los que empezaron a leer otras de sus novelas y las abandonaron a las 100 páginas (que me sé de alguno que hizo eso y además se atreve a opinar sobre el autor) pensando que había otras cosas mejor que hacer y os perdisteis grandes relatos. Si después de haberla leído seguís pensando lo mismo, pensad que por lo menos ya sabréis que hay varios tipos de "escritores" y que un "tag" no es una bebida azucarada que se obtiene mezclando polvos con agua fría.


Para Laura, que me ayuda a seguir siendo adicto a los libros.

Publicado por Carlos Masó

El factor humano, de John Carlin


Al hablar de deporte no siempre se tiene en cuenta que detrás de un equipo hay una persona que se entrega a su pasión con todas sus fuerzas. Cuando se habla de deportes es fácil ensalzar la figura de algún deportista en particular, nombrando sus logros, sus títulos... aquellas cosas que quedaron en la retina y que nos dieron una idea de cómo es en realidad. Más bien idealizamos a los deportistas como héroes: personas de una fuerza sobrenatural que con su esfuerzo nos administran una dosis temporal de bienestar, como un placebo.

Pero, ¿dónde queda en esa idealización el "factor humano"? Muchos tenemos en nuestra memoria imágenes recientes de acontecimientos deportivos, como el gol de Iniesta, o Nadal rebozado en la arcilla de Roland Garros... Pero tan solo en algunos destellos de esas imágenes vemos el "lado humano" de estos súper hombres. Lo que John Carlin nos propone en su libro El Factor Humano es analizar los condicionantes humanos que rodearon a un acontecimiento deportivo extraordinario. Nos induce a observar los factores humanos que desencadenaron una serie de acontecimientos imprevistos pero muy deseados, que transformaron un acontecimiento deportivo en un hito de la historia nacional de Sudáfrica. 

El Factor Humano es el título escogido por la editorial Seix Barral para la edición en castellano, aunque el título original sea Playing the Enemy. Esta novela de no-ficción es editada en 2008, con la imagen de Mandela y F. Pienaar (capitán del equipo sudafricano de rugby), en el acto de entrega de la Copa del Mundo de rugby, mientras que en las ediciones posteriores a la película Invictus, protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon y dirigida por Clint Eastwood, que adapta al cine la novela de Carlin, la portada cambia por una imagen de los actores antes nombrados.


La novela comienza unas horas antes de la histórica final de la Copa del Mundo de rugby de 1995, celebrada en Sudáfrica, que enfrentó a los sudafricanos Springboks, contra los temidos All Blacks neozelandeses. Carlin dibuja en la novela los sentimientos que algunos de los protagonistas de la misma tenían justo antes del inicio de tan crucial partido. Aunque todo el protagonismo se vuelca en la figura del presidente Mandela, que será el hilo conductor de todo el libro.

En un flashback, la trama se sitúa en el año 1985 para hablarnos de las relaciones entre Mandela, encarcelado desde 1962, y el ministro de interior del gobierno afrikaner de Sudáfrica, el gobierno del apartheid que elaboró leyes que ponían por escrito la existencia de diferentes razas de hombres desiguales entre ellos y en las que la raza blanca era superior a las demás.
Carlin traza un relato sobre la lucha de Mandela en la cárcel, una lucha silenciosa y constante a través de entrevistas con los miembros más destacados del aparato del apartheid, forjando la figura del líder carismático que siempre ha tenido. A través de entrevistas en las que negociaba las condiciones de su salida de la cárcel, fue esbozando la idea de una nueva Sudáfrica en la que no hubiera razas ni desigualdades, ni discriminaciones... pero tampoco revanchismo. Consiguió hacer creer a los más destacados y recalcitrantes miembros del apartheid, que un gobierno negro presidido por él buscaría la reconciliación, algo que parecía una quimera.

Cuando en 1990 Mandela es liberado, ya era todo un líder internacional, referencia en la lucha por los Derechos Humanos de todos los seres humanos, en especial de los negros (Mandela recibió el premio nobel de la Paz junto con de Klerk en 1993). Sin embargo no todos los blancos creían su discurso de reconciliación, por lo que en más de una ocasión la guerra civil planeó por las cabezas de los sudafricanos.
El rugby, tradicionalmente reservado a los blancos, era un símbolo del opresor blanco. Los Springboks, equipo nacional sudafricano, solo representaba hasta 1995 a la minoría blanca. Mandela consiguió que la nación arco iris que nació tras su entrada en el poder en 1994 sintiera como suyo un equipo de jugadores recios y fuertes, pero más blancos y rubios que un anuncio de champú Johnson (salvo uno de ellos, que era mulato).

Y eso es lo que nos cuenta El Factor Humano, la historia de como un equipo de rugby consigue unir a toda una nación dividida durante décadas por luchas encarnizadas, años de desconocimiento y temor mutuo que se terminaron cuando el bueno de Mandela apareció vistiendo la elástica de los Springboks como otro hincha más.

Mandela es el protagonista absoluto de esta historia real, pero en la novela aparecen multitud de personajes reales, como su carcelero, compañeros de partido político (el Congreso Nacional Africano), los presidentes del apartheid, miembros de la ultraderecha, deportistas... y una larga lista que van dando forma a través de sus testimonios a la historia de un mundial de rugby que cambió la historia de los sudafricanos.

No siempre la mezcla de deporte y política tiene buen fin. No siempre combinan bien y muchos políticos aprovechan los acontecimientos deportivos para ensalzar la diferencia y manipular torticeramente a unos deportistas que dejan de luchar por un resultado deportivo, para combatir por unos ideales políticos de dudoso fin. Pero no en este libro. En todo momento el deporte se presenta como la única posibilidad de realizar la reconciliación de bandos irreconciliables. Ese "factor humano" es el que John Carlin ensalza en este relato.

Leedlo, está muy bien escrito. Trata temas políticos e históricos con un lenguaje asequible, directo y sin dobleces. Es de estos libros con los que aprendes sin proponértelo y que además te crea la curiosidad de indagar sobre aquellas cuestiones que solo se esbozan pero que tienen un hondo calado. Espero que os guste.   

Publicado por Carlos Masó   

Cartero, de Charles Bukowski


Es verdad que hay libros que te están esperando tranquilos en la estantería. Están ahí, cómodos, apilados entre más libros sin destacar por una portada brillante, o un lomo de letras grandes. Pero ahí están, emitiendo una señal solo audible para aquellos que al pasar por delante de él se sienten atraídos. Creo que algo de eso ha habido entre Cartero y yo. Cuando lo tuve en mis manos el día que me lo regalaron sentí una extraña atracción que solo pude descifrar después haberlo leído.

Cartero de Charles Bukowski (1920-1994) es la primera de las 6 novelas que el escritor norteamericano escribió entre 1971 y 1994. Es la editorial Anagrama la que ha publicado en España toda su obra dentro de la Colección Compactos. Pensad que la primera edición en España se hizo en 1983, y la última en 2013. Pero sabéis, creo que sigue siendo tan actual como hace 40 años cuando se escribió.

Cartero nos presenta a Henry Chinaski, un tipo cualquiera, vulgar, sin ninguna característica sobresaliente. Bebedor, mujeriego, exprimido por su trabajo, que gusta de apostar en los hipódromos, en fin... alguien sin más. Bukowski elige hablar de si mismo y de su propia vida a través de otro. Decide crear un personaje para relatarnos su vida, creo que con la intención de hablar abiertamente de él sin pensar en que realmente lo está haciendo.


Chinaski empieza a trabajar de cartero casi por casualidad, buscando un trabajo que le permitiera satisfacer sus necesidades más básicas: beber, apostar y comer. No tiene vocación de cartero, ni pretende ascender a un puesto de responsabilidad. Sólo trabaja y trabaja. Y eso es lo que nos cuenta, un relato veraz, realista hasta el extremo, de su situación personal.

Cuando Jonstone me vio al día siguiente a las 5 de la mañana, giró su silla y su cara mostraba el mismo color que su camisa (roja). Pero no dijo nada. No me importaba. Había estado hasta las 2 de la madrugada bebiendo y follando con Betty. Me eché hacía atrás y cerré los ojos.

Cuando empecé con Cartero busqué por Internet y en alguna enciclopedia noticias relacionadas con Bukowski. En alguna de ellas comprobé que su literatura se enmarca dentro de una corriente denominada realismo sucio,y pensé que realmente era acertado. No creo que el autor hiciera una literatura para ser enmarcado dentro de una corriente concreta, pero si pensamos en Cartero como una novela parca en descripciones, casi minimalista, que gusta de ambientes sórdidos y cargados de crudeza, en este sentido, esta novela es un 10.

No hay rastro de moral, los sentimientos se reducen a lo más básico. El sexo aparece como único nexo de unión entre dos personas. Chinaski no quiere una vida más bonita o más de película, se conforma con beber, follar y no trabajar demasiado. No hay rastro de heroísmo en su conducta, sobrevive a pesar de las circunstancias. Ni siquiera la paternidad le conduce a un cambio, solo le anima a alargar su existencia a veces delirante, con la esperanza de estar con su hija.

- Tiene una polla enorme- dijo Fay-. El otro día estábamos juntos y me preguntó: "¿Te qustaría ser follada con una gran polla?" y yo le dije: "Me gustaría ser follada con amor".- Parece ser un hombre de mundo- le dije.

El oficio de cartero es el hilo conductor de la novela, digamos la columna vertebral de un proceso en el que Chinaski experimenta una constante frustración por no hacer algo que realmente le permita vivir sin ser destrozado por la burocracia postal. Por eso dentro de la novela encontramos numerosos fragmentos de documentos oficiales sobre las amonestaciones que tiene dentro de su trabajo. Amonestaciones por ausentarse injustificadamente, o trabajar más despacio que el ritmo impuesto por el reglamento, etc. Y de nuevo sin intención de cambiar el Mundo. Si es amonestado, lejos de reconducir su situación, vuelve errático a cometerlos, sin importar las consecuencias.

No sé como ocurren las cosas. Tenía que mantener a mi hija, necesitaba algo para beber, pagar el alquiler, zapatos, camisas, todas esas cosas. Como cualquier otro, necesitaba un coche, algo de comer, por no hablar de todos los pequeños detalles intangibles.

Cartero fue el oficio de Bukowski antes de convertirse en escritor. Pues también tiene "cera" para los escritores. No para todos los escritores, si no para aquellos que abusan de la petulancia para darse importancia sin tenerla. Ahí no puedes encontrar a Bukowski, más bien al extremo contrario, donde las palabras ocupan un lugar primordial para ser ordenadas de forma cruda sin intención crear algo bello.

Había sido un domingo brutal. Habían venido algunos amigos de Fay, se habían instalado en el sofá y habían empezado a cacarear lo grandes escritores que eran, realmente lo mejor de la nación. La única razón de que no fueran publicados era, decían, porque no enseñaban su obra a los editores.

Ese extraño magnetismo que comentaba al principio se debía a que yo también estaba en ese momento desmotivado con mi trabajo. Porque en más de una ocasión me hubiera apetecido ser Chinaski. Me siento atraído por esas personas que son capaces de mandar todo al carajo sin hacer caso de las consecuencias, y volver a empezar de 0, sea donde sea y sea como sea.

Os recomiendo Cartero a todos aquellos ávidos de una literatura veraz y sin ambajes. A los que salgáis de alguna lectura tediosa o cargada de amor y romance y tengáis el azúcar por las nubes. A los curiosos de encontrar nuevos autores desconocidos... En definitiva, a los lectores sin prejuicios.

Publicado por Carlos Masó   

Un lugar afortunado, de Loredana Limone


¿Un encargo? ¿Un honor? ¡Un placer! Saber que una autora se ha puesto en contacto con El buscalibros para que reseñemos su primera novela, es todo un placer del que nos sentimos muy orgullosos. Por eso quiero agradecer a la editorial Alevosía que nos facilitara una copia del libro. Y por su puesto a Loredana Limone, que a través de Facebook se puso en contacto con nosotros y nos hizo partícipes de esta manera de su primer éxito literario.

Aunque Loredana no es nueva en esto de escribir libros, ni de ser famosa. Esta italiana es autora de libros de literatura infantil y gastronomía con cierto éxito en Italia, donde ha obtenido una mención especial en I Premio Literario Federico Fellini. Es en Italia donde también dirige un taller de escritura creativa con el nombre de Sabores Literarios (Sapori-letterari en italiano) a través del que pretende entender la construcción de textos como una suma de ingredientes bien ordenados que resulten un "buen menú" literario.

Algo de esto hay en su primera novela Un lugar afortunado (Borgo Propizio es el título original en italiano). Loredana ha elegido perfectamente a los personajes, les ofrece una localización ideal, les prepara una trama divertida, entrelazada... y todo para ofrecernos un perfecto "plato único" cargado de amor, humor, situaciones inverosímiles, enredos, supuestos robos... y leche, mucha leche.

Imagen: ippogrifo
Borgo Propizio es un pequeño pueblo italiano, olvidado por las administraciones locales, que goza una quietud absoluta, solo alterado por los chismorreos de sus aburridos vecinos. Mariolina y Marietta forman parte de ese paisaje, aunque en muy distintas posiciones. La primera, de carácter abierto, es funcionaria del ayuntamiento. La segunda, una artista del ganchillo, trabaja en casa haciendo prendas de ese noble arte. Ruggero, un albañil también soltero y con cierta solvencia económica, realiza unas obras de acondicionamiento en un local comercial de ese alejado pueblo, para la hija de Cesare, su abogado. Belinda quiere abrir una lechería, haciendo realidad el sueño de vivir de lo que más le gusta, le leche, además de romper con su anterior vida, marcada por el desamor. Cesare, infeliz al ver que su hija quiere abrir un local de dudoso éxito en aquel recóndito lugar, que además aseguran está embrujado, vive con la tristeza de la marcha de su mujer, Claudia, que lo abandonó no hace demasiado tiempo, poniendo fin a una relación en la que Cesare solo había aportado ausencias y que ahora trataba de recuperar sin saber muy bien cómo.

Un chispazo pone en funcionamiento la maquinaria para relacionar a todos los personajes de la novela. Y no solo a los que acabo de mencionar, sino a otros más que son los nexos de unión entre unos y otros, como Ornella, tía Letizia... Ese chispazo ocurre cuando Ruggero atropella a Mariolina e insiste en acompañarla al hospital, no tanto por la gravedad de la lesión, sino por la perspectiva de una posible cita. Es entonces cuando Ruggero repara en los azulejos con forma de vaquitas que debía de colocar en la lechería y que por más que busca no encuentra, pero que son importantísimas para Belinda, que decide comprobar por si misma la marcha de la reforma conociendo a Mariolina y Marietta. Pero también constata el amorío del albañil con Mariolina y de las desdichas de Ornella, recién separada de su marido...

Y así durante 250 páginas en las que no cabe el aburrimiento. Mediante una escritura dinámica, Loredana consigue dar forma a todos los personajes entrelazando sus historias con las de los demás personajes. No hay un protagonista absoluto, sino que la propia historia va creciendo capítulo a capítulo, como la bola de nieve que se hace más grande cuanto más rueda. Borgo Propizio se convierte en un escenario por el que entran y salen personajes a su antojo, dibujando con su rastro una fina malla en la que todos caen tarde o temprano.

Sin duda, las referencias cinematográficas son obligadas. La trama parece sacada de un película de Vittorio de Sica, o de alguna comedia actual como Manuale d'amore, incluso Love actually. Y eso me encanta del libro. De cualquier pequeño detalle nace una nueva historia que a su vez se une con otra que ya antes se había iniciado. Es como el ganchillo de Marietta: a cada extremo se van añadiendo otros más resultando una bonita historia de múltiples caras.

Seguro que en las fechas que nos encontramos, cualquiera tiene ganas de pasar un buen rato leyendo junto a una taza (el contenido lo dejo a vuestra elección) bien humeante mientras descansa y retoma fuerzas. Esta es la novela ideal para esos días. Por momentos se siente la necesidad de abrir el libro y quedarse allí sentado viendo como  Mariolina llora por Ruggero, o Belinda se enfada por sus vaquitas que no aparecen. Borgo Propizio recobra vida cada vez que retomas la lectura y te llena de energía positiva.

Desde luego que el "menú literario" que nos ha preparado Loredana es merecedor de una estrella Michelín como poco. Espero que la disfrutéis.

Nota. Gracias a mis compañeros de El Buscalibros, por dejar que fuera yo el encargado de comentar este libro. Gracias a Alevosía por el libro. Loredana, grazie mille per avere contattato il team di El Buscalibros per avere una recensione del tuo primo romanzo. Ti ringraziamo per la fiducia. Auguri!!

Publicado por Carlos Masó