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Discurso sobre la servidumbre voluntaria, de Étienne de la Boétie


Etienne de la Boètie escribe este Discurso sobre la servidumbre voluntaria en su juventud, cuando tiene entre 16 y 18 años. El autor vive en un momento histórico complejo en Francia, mediados del siglo XVII, y tal vez su ensayo habría quedado en el olvido de no haber conocido a Michel de Montaigne y de que éste lo publicara una vez muerto el autor. Grandes amigos, inseparables compañeros, Montaigne no puede dejar ignoradas la lucidez y la profundidad que destila este breve ensayo sobre la libertad del hombre a través de una disección de su contrario, la servidumbre. 

El libro es corto, una treintena de páginas, suficientes para hacernos comprender la claridad y la contundencia de su tesis, y de ilustrarla con pasajes de la historia clásica. También toma algunos ejemplos de la naturaleza de los animales, algunas no muy afortunadas (cuando nos dice que el pez que es sacado del agua muere por falta de libertad, y no simplemente de oxígeno), pero otras muy convincentes.

De la Boètie nos dice que la servidumbre es voluntaria. Hay un consentimiento, la tiranía nace de la voluntad de servir, la opresión es engendrada por los propios oprimidos que terminan por acostumbrarse a vivir sin libertad. La idea del confort que tiene obedecer órdenes, vivir entre lo conocido, la falsa seguridad y la ausencia de riesgo del que vive sometido a otro, está en el origen de la servidumbre. “El que no ha gozado nunca de la libertad, no la añora.”

La primera razón por la que hay siervos es porque nacen y se les educa como tales. Dice el autor “la naturaleza tiene menos poder sobre nosotros que la costumbre”, y por bueno que sea aquello que sea natural, se pierde si no se mantiene. Y es que el estado natural del hombre es la libertad, y lo que nos diferencia de los animales es que nos convirtamos en siervos.

¿Y cómo nos convertimos en siervos? Pues para eso es necesario que se nos obligue o que se nos engañe. Y es que hay tres tipos de tiranos, nos dice De la Boètie: unos lo son por nacimiento, otros por conquista y finalmente otros por la elección del pueblo. Y unos tratan a sus siervos como esclavos, otros como presas, y los últimos como toros a los que hay que amansar. Y nos recuerda la historia de Ciro y los lidios, a quienes subyugó a base de proporcionarles burdeles, tabernas y juegos públicos. También recuerda un episodio tal vez más conocido, como es el disgusto, seguido de riguroso luto, que el pueblo romano llevó por la muerte de Nerón, que era un tirano de manual.

Tiene palabras para esos cuatro o cinco hombres que rodean al tirano, y que a su vez están rodeados de otros tantos, hasta completar el grupillo que sostiene cualquier tiranía. Tratan de buscar su favor, pero ni siquiera tienen la lucidez suficiente como para comprender que ellos serán los primeros en caer y en ser aplastados por la tiranía.

Este libro se acomoda a cualquier época y a cualquier ideología. O tal vez no, porque nos habla de la libertad pero sin adular al siervo, sin idealizarlo, sin presentarlo como una víctima, o al menos no tanto una víctimas de otros como de sí mismos (cuidado con los caudillos salvapatrias y los aduladores, porque suelen esconder a un tirano). Y no es sólo un tratado político. Cualquiera puede pensar en su entorno de trabajo, en esos pobres diablos que nos dicen con una sonrisa “yo soy un mandado” y que las preguntas complejas las resuelven con un “porque lo dice el jefe”. Y es que no hay nada más cómodo y sencillo que obedecer.

Al fondo, la libertad que hay que cuidar y alimentar. A través de la educación, y a través del ejemplo de nuestros mayores y del que les legaremos a nuestros hijos. Nos habla de la resistencia pasiva, de la no obediencia, del no acatamiento, como vía para librarnos de la servidumbre.

Ay, si no fuera por los inspectores de Hacienda...


     CARMEN J.
                                                               

El mundo amarillo, de Albert Espinosa


"Las pérdidas son positivas. Sé que cuesta creer en ello, pero las pérdidas son positivas. Tenemos que aprender a perder. Debes saber que tarde o temprano todo lo que ganas lo perderás."

Albert Espinosa es un hombre al que admiro. Cada vez que le veo en televisión o leo algo suyo aprecio más la vida. Se le podría definir como un hombre incansable, polifacético, hiperactivo y enamorado de vivir. Albert pasó 10 años de su vida enfermo de cáncer, concretamente entre los 13 y los 23 años de edad. Durante esa época de juventud sufrió tres cánceres con los que perdió una pierna, un pulmón y parte del hígado. Sin embargo, todas estas experiencias que cualquier persona podría considerar negativas, él las ha convertido en positivas y no le han impedido ser todo lo que él quería ser: ingeniero industrial, guionista, actor, escritor y director de cine. 

El mundo amarillo es la primera de sus cuatro obras literarias. No se trata de una novela y, aunque en las librerías está ubicado en la sección de autoayuda, no podría estar más en desacuerdo. De hecho, el propio autor ha expresado que no se trata de un libro de autoayuda, que no cree en ella, y prefiere definirlo como un libro donde recoge experiencias que ha vivido. En él habla de su experiencia con el cáncer, pero no de una forma dramática, sino compartiendo todo aquello que la enfermedad le enseñó. 

La estructura del libro es muy peculiar, está dividido en cuatro partes siguiendo el esquema del poema Autobiografía de Gabriel Celaya: para empezar, para seguir, para vivir y morir. La segunda parte, para seguir, es la más extensa del libro, y es donde Albert nos cuenta exactamente 23 descubrimientos que hizo mientras estaba enfermo en el hospital. Estos descubrimientos tienen que ver con cómo enfrentarse a la pérdida, al dolor o a los momentos importantes de la vida. Pero esos descubrimientos no se quedan ahí, sino que son aplicables a cada uno de nosotros y a cada una de nuestras vidas. 

Sorprende e impacta el optimismo, la energía, la alegría y el sentido del humor que emana de las páginas de El mundo amarillo. Albert realiza un ejercicio de regresión a su adolescencia y hace un balance positivo de su enfermedad y todo lo que esta le aportó. Un punto de vista sin duda diferente y que no deja de chocar al lector. El texto, de un estilo ligero y de fácil lectura, consigue calar dentro de nosotros y nos hace reflexionar sobre temas como la muerte o la enfermedad. 

Tras estos descubrimientos, Albert nos habla de los amarillos, una nueva categoría dentro de nuestras relaciones que él sitúa entre la amistad y la pareja. Pero no puedo contar más, ya que la naturaleza de los amarillos es uno de los secretos que guarda el libro y que tendréis que descubrir leyéndolo. 

Albert Espinosa nos propone un nuevo mundo, el mundo amarillo, una nueva forma de enfrentarnos a las dificultades y de vivir las experiencias. Un mundo que os invito a conocer.

La novela sirvió de inspiración para la serie de televisión Pulseras rojas.

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Si os interesa este autor os invito a leer la reseña que Casiopea hizo de otro de sus libros: Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo.

Publicado por Inma Herencia   

No estamos locos, de El Gran Wyoming


Miguel Ángel Monzón, médico venido a showman, ha revolucionado el mercado literario español últimamente acostumbrado a autores poco convencionales; políticos sin sillón o famosas del universo Sálvame. Con más de 100.000 ejemplares, se ha convertido en un bestseller, ciertamente su creciente audiencia en El Intermedio (se escuchan ruidos de sables sobre la continuidad del programa) le ha hecho popular entre muchas personas que quizás esperaban un libro ameno y divertido.

Y realmente "No estamos locos" tiene sus momentos de reír, pero por no llorar. A lo largo de 300 páginas el autor recorre un camino que no nos es ajeno, se trata de nuestra historia, la de los españoles, una reflexión que pretende resolver dudas existenciales como ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿adónde voy? y sobre todo ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?

No trata Wyoming ser objetivo, escribe en primera persona y según sus palabras desde el desprecio. De la mano de sus recuerdos pasearemos por una España de hidalgos, un país del sur donde el privilegio es no pagar impuestos, elegido por el único Dios verdadero, un lugar en el que a fuerza de aborrecer al señorito se acaba convirtiendo al tirano en modelo.

De la prehistoria a los años 30, de la república a la dictadura, de la transición a la actualidad, el autor no abandona el hilo conductor de su tesis, ¿qué hemos hecho para merecer esto? Reflexiones sobre el robo de los símbolos, la perversión del lenguaje, el pesimista sentido de la inevitabilidad de nuestra desgracias, el trasfondo de la privatización del sistema público, el seguidismo de los medios de comunicación, la teoría de la culpa de un pueblo despilfarrador o el fraude fiscal se trufan con detalles, recordatorios de situaciones pasadas, de escándalos presentes, de pequeñas anécdotas del pasado cercano que se hacen reales de nuevo ante el lector, que con un poco de suerte había conseguido olvidar algunos de estos escándalos que nunca se materializan en condenas.

Si la primera obligación de un Estado no es procurar el bienestar de los ciudadanos, hay que abolirlo llega a afirmar mientras recorre despacio los públicos hitos de la crisis que todo lo impregna, desmontando argumentarios, pelea contra el peso que nos mantiene hundidos y quietos recordándonos que la política no es el problema y que la hora de los hombres honrados ya ha llegado, porque son la mayoría.

No es Stephane Hessel ni Jose Luis Sampedro pero persigue el mismo objetivo; uníos

Publicado por Pilar Vaquero   

En la penumbra

Imagen: laguna

El Buscalibros ha recibido un email de un seguidor con una petición, en principio nada extraño, nos encantan los retos, pero no se trata de una obra concreta ni tan siquiera una obra de temática específica, se trata de algo especial.

Nos pide una obra sobre la ceguera, primero hemos pensado en el maestro Saramago y su Ensayo sobre la ceguera o el más breve El país de los ciegos de H. G. Wells, pero como se verá enseguida no son los más apropiados, ya que lo que nos pide es una obra para regalar a una amiga cuya madre está perdiendo la vista por enfermedad.

Con esta idea en la cabeza, el equipo de redacción se lanza a la búsqueda obteniendo un gran resultado; Mirando la ceguera con otros ojos de Francisco Soriano, un libro concebido con carácter divulgativo, que analiza un buen número de aspectos relacionados con la visión, haciendo especial énfasis en medidas preventivas y rehabilitadoras; incluye un capítulo sobre los derechos de los ciegos así como las ayudas técnicas e institucionales, para las personas afectadas y acaba con la exposición de 116 mini-biografías de personajes famosos que padecieron o padecen importantes deficiencias visuales.

Quizás sea la obra que nuestro seguidor buscaba, aunque no terminamos de verlo claro, creemos que la lectura tiene en ocasiones un enorme valor terapéutico y la señora que está perdiendo la vista puede beneficiarse de ello, sobre todo si su hija le lee en voz alta alguna novela que pueda ayudarle a afrontar sus miedos, y apostamos por Verónika decide morir, de Paulo Cohelo.

Ya lanzados a la búsqueda tropezamos con una novela escrita a cuatro manos pero tan solo dos ojos útiles, Cierra los ojos y mírame, de Manuel Enriquez y Ana Galán que aborda la pérdida de la visión y el miedo a afrontar la vida de nuevo; recuperamos la propuesta de Cristina con El día de los Trífidos de Jhon Wyndham; descubrimos una novela protagonizada por una mujer ciega, valiente y decidida a la que la pérdida de la visión dota de cualidades diferentes, Una luz en la ventana de Christina Dodd, una novela a mitad de camino entre la novela romántica y la histórica, quizás demasiado extensa para leer en voz alta.

Con esta idea en la cabeza, abordamos la realidad de quien disfrutando de la lectura se encuentra con la dificultad física de leer e investigamos sobre los audiolibros de los que se ofrece un amplio catálogo en el Instituto Cervantes, en páginas como Leerescuchando.net, Audiolibros.es; descubrimos la opción de algunos dispositivos electrónicos como Kindle que ofrecen la posiblidad de disfrutar los libros en formato Audible; y finalmente visitamos la página web de la ONCE que ofrece a sus afiliados el servicio de los libros sonoros DAISY, algo más elaborados que los audiolibros normales.

Seguimos dándole vueltas a la idea de ceguera y literatura y tropezamos, cómo no, con Jose Luis Borges, que vivió el doloroso proceso de la pérdida de la visión y lo explicó en su ensayo La ceguera, que podéis escuchar AQUÍ, trasladando el sentimiento de pérdida en el poema Elogio de la sombra.

A punto de abandonar y tras saber algo más de la futura destinataria, hemos dado con el que quizás sea el libro ideal, El músico ciego de Vladimir Korolenko, pero eso merece otra entrada, ¿no?