El valle del asombro, de Amy Tan


Descubrí a Amy Tan, escritora norteamericana hija de emigrantes chinos, con El Club de la Buena Estrella, donde nos sumergía con curiosa naturalidad en la vida de esta primera generación de nacidos de la inmigración china, la mezcla de tradición y rebeldía de las mujeres chinas que se instalaron con sus familias en Estados Unidos y las claves para entender su compleja realidad me resultó muy atrayente, así que cuando salió El valle del asombro no me paré gran cosa en el resumen que luce la contraportada, y quizás debí hacerlo.

En El valle del asombro volvemos a tropezarnos con la mezcla cultural asioamericana, con las complejas relaciones madre e hija que tan poco tienen que ver con el lugar del mundo en que nacemos y tanto con la imperiosa necesidad que tenemos que crecer normalmente "contra", pero casi desde el principio lo que encuentras es otra cosa, algo así como la versión porno de Memorias de una geisha, porque una cortesana china incluso en Shanghai es exactamente lo que uno cree que es, y en su documentada novela, Amy nos cuenta todo al respecto de su formación, rituales, nivel de vida, régimen económico y escaso futuro más allá de los veintipocos años.

La historia comienza en 1912 en Shanghai, donde conocemos a Lulú, la propietaria de un local dual, por una parte Club de caballeros occidentales y por otra casa de cortesanas de uso exclusivo para los chinos, sin embargo es su hija Violeta la principal protagonista. Abandonada por su madre que regresa a Estados Unidos, Violeta dejará de ser una niña rica y mimada para tener que ganarse la vida como cortesana. Desfilan a lo largo de la extensa novela, de casi 800 páginas, múltiples personajes que ganan y pierden en la vida en virtud de sus decisiones muchas veces marcadas por el amor y el miedo.

La descripción de los ambientes del  Shanghai colonial, las complejas relaciones de poder entre las mujeres, y las relaciones, de nuevo, entre madres e hijas, son el armazón de esta novela, que según su autora supone un homenaje a una de sus abuelas, pero que en demasiadas ocasiones carece del ritmo que precisa un "tocho" de este calibre, así que realmente no es un libro que recomendaría a muchas personas; quizás a lectoras interesadas en lo oriental y a las que un libro inmenso les resulte un reto, sobre todo si tiene cierto sabor a saga.

Publicado por Pilar Vaquero   

4 comentarios:

  1. Contando los sesenta27 de junio de 2014, 0:36

    Pues me pillas en la página 20 y ahora no sé si seguir o abrir otro.

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  2. Está claro, no voy a perder el tiempo con él.

    Saludos

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  3. La verdad es que no me motiva nada lo que cuentas, Pilar.

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  4. Tengo problemas con los libros muy gruesos porque no me gusta permanecer mucho tiempo en un lugar. Aún así los leo si prometen y algunos se me hacen cortos. A este ya me lo quitas de los posibles cuando veo tan poca pasión. Saludos

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