Hay libros que te encuentran y te llevan a París.
Modiano gana el Premio Nobel de Literatura casi por sorpresa, las quinielas daban como ganadores a Roth, Murakami o Kundera y de repente salta el autor francés como nuevo Premio Nobel.
Me acerco a mi librería de referencia a recoger unos libros. Mientras me los buscan y preparan, cotilleo las estanterías intentando no encapricharme con ninguno más porque mi economía no lo soportaría. De repente, bajo un cartel que dice “por menos de 10 euros”, me encuentro En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano.
Y esa misma tarde me encuentro paseando por París mientras por la ventana veo llover, que es justamente como me imagino París en esta historia de encuentros y misterios contada por varias voces.
París plomizo, gris, casi vacío. Calles que no van a ninguna parte, que son el final o el principio de algo. Las “zonas neutras” de la ciudad sobre las que escribe uno de los narradores de la historia y que son también las zonas neutras de la vida, esas por donde transcurre la mayor parte de nuestra existencia sin que seamos conscientes de ello y que son las que nos hacen de verdad como somos, mucho más que las “grandes ocasiones”.
Es una novela para leer casi como un plano de la ciudad, acompañarse de un mapa, de la tecnología que nos facilita Google Maps y caminar de la mano de los personajes por sus calles mientras nos cuentan la historia de Jaqueline, su historia con ella.
Una misteriosa mujer, Jaqueline, a la que todos llamarán Louki tras aparecer en el café de Conde. Hombres que se la encuentran por casualidad y se imaginan su vida. Hombres que la han perdido y la buscan. Hombres encargados de encontrarla y que cuando lo hacen guardan el secreto. Hombres que la descubren y creen tenerla. Es curioso cómo una historia contada por varios personajes, en vez de sumar, resta. Tenemos varios puntos de vista, varios ángulos de la historia pero en vez de ir avanzando para completar el rompecabezas nos damos cuenta de que cada vez hay más puertas abiertas, más incógnitas que se abren y que no conseguiremos cerrar.
Según se van añadiendo incógnitas es inevitable la sensación de caminar hacia un desenlace trágico en el que el café Condé solo es una parada, un descanso, un oasis en ese camino que sabemos no terminará bien.
París, sus calles, lluvia, un café donde se entra de paso y uno se convierte en habitual, una mujer misteriosa, ¿puede haber algo más francés?
“Menuda tontería le estoy diciendo... No hay nada que entender. Cuando de verdad queremos a una persona, hay que aceptar la parte de misterio que hay en ella. Porque por eso es por lo que la queremos, ¿verdad, Roland?”
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El café de la juventud perdida es una novela breve, de apenas 130 páginas, ideal para adentrarse en la escritura del flamante Premio Nobel. Un paseo con Modiano por las calles de París, que se lee con agrado y con el tempo de la lluvia fina cayendo.
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Muy buena Molinos, pero a ver si el Nobel se lo dan este año a Kundera!
ResponderEliminarAndrea, a Kundera sí pero a Murakami no!!! No puedo con Murakami.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarEs el libro que he escogido para leer en las Navidades de Nobel. No sabía por cual empezar del autor pero me ha llamado mucho la atención este. Espero disfrutarlo ^^
Un beso
Hola Isa,
ResponderEliminarPara mí era el primero de Modiano y me ha gustado mucho. Creo que es una buena manera de acercarte a él.